Ulrich Bindseil y Jurgen Schaaf son dos nombres relativamente conocidos entre los entusiastas de las criptomonedas y Bitcoin. Son dos economistas al servicio del Banco Central Europeo, que han dedicado una parte importante de su vida y de su producción científica a combatir, precisamente, a Bitcoin.
Fueron ellos, pocos días después de la quiebra de FTX, quienes escribieron el ya célebre documento "El Último Acto para Bitcoin", un artículo que hablaba del fin inminente de BTC y que se ha convertido en un clásico de la literatura científica sobre el sector.
A dos años de la nefasta predicción, Bitcoin sigue vivo
Aunque han pasado dos años desde su sombría predicción, Bitcoin sigue vivo. Y continúa ofreciendo material para la producción intelectual de este dúo, que esta vez ha decidido acusar a Bitcoin de redistribuir los recursos, empobreciendo a la población en general.
Bindseil y Schaaf: Las consecuencias distributivas de Bitcoin
El documento, disponible en inglés, es un nuevo capítulo en la saga de Schaaf y Bindseil en su eterna lucha contra Bitcoin. Según ellos, Bitcoin no es ampliamente utilizado para transacciones legales (y se autocitan), en El Salvador ha sido un fracaso, y no tiene posibles usos fuera de la ilegalidad (citando a Kelleher). Esta introducción no augura nada positivo y nos prepara para la verdadera bomba: Bitcoin tiene efectos distributivos negativos incluso para quienes no participan en la compraventa.
El último stand de Bitcoin
Estos dos economistas son conocidos por haber declarado la muerte de Bitcoin hace dos años. La introducción del artículo es seguida por la inutilidad de Bitcoin como activo, argumentando que su valoración justa y correcta sería obviamente una fracción de la actual, dado que Bitcoin no tiene respaldo y utiliza tecnologías ineficientes y obsoletas.
El núcleo del asunto, tras 12 páginas que reelaboran lo expuesto en otras críticas anteriores del mismo dúo, es finalmente revelado a mitad del documento:
"Dado que Bitcoin no impacta en el potencial productivo de la economía, los efectos positivos sobre el consumo se dan a expensas de otros usos del PIB".
Y luego añaden:
"Incluso en un escenario positivo para Bitcoin, en el que el precio del BTC sigue creciendo (y la burbuja predicha por sus críticos no se materializa), [Bitcoin] es problemático desde un punto de vista social, ya que el efecto riqueza que disfrutan quienes lo adoptaron primero se produce a expensas de quienes lo adoptarán después, quienes quedan empobrecidos. Por tanto, los efectos redistributivos de Bitcoin y sus daños sociales van mucho más allá de las implicaciones del momento de las compras y ventas".
La solución: Hacerlo desaparecer por ley
La parte quizás más interesante del notable documento de Schaaf y Bindseil está en la solución que proponen. Según ellos, Bitcoin causa enormes daños sociales, ya que quienes lo compran hoy lo hacen a costa de quienes lo comprarán mañana o de quienes no lo comprarán en absoluto. Y debe detenerse, de la manera más inmediata posible.
¿La solución? Hacerlo desaparecer por ley.
Quienes han llegado tarde o no poseen Bitcoin deberían oponerse a él y apoyar leyes que lo perjudiquen, enfocadas en prevenir un aumento en su precio o en causar su desaparición.
Esta postura es similar a la de aquellos que han orientado al gobierno para intentar imponer impuestos del 42% sobre las criptomonedas, aunque ahora podrían terminar con las manos vacías.
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